por marcos cortez bacilio (marcosbacilio@gmail.com)
contexto agroalimentario local
desde marzo de 2020, el cierre de mercados por el virus sars-cov-2, limitaron el libre acceso entre comunidades. coyuca de benítez impuso restricciones a foráneos, impactando la comercialización en mercados municipales. muchos campesinos optaron por no vender sus excedentes, prefiriendo reservarlos para su autoconsumo y reducir el riesgo de contagio. esto limitó la disponibilidad de alimentos de temporada, predominando los importados, especialmente en áreas periurbanas y suburbanas.
a nivel regional, organizaciones sociales y campesinas encabezadas por la unión de pueblos para el desarrollo sustentable del oriente de coyuca y poniente de acapulco (up); la red de campesinos guardianes del maíz nativo (regmaíz); la red de mujeres trabajando por el bien común (redemu), y otras organizaciones aliadas del municipio, con más de dos décadas de experiencia en temas socioeconómicos, socioambientales y agroecológicos, hemos advertido y señalado en los últimos años que la agricultura industrial es ecológicamente pobre, dependiente de insumos externos, susceptible al cambio climático y vulnerable en el abastecimiento de alimentos, como lo demuestra hoy la pandemia. retomamos filosofía, práctica y principios de la agroecología, aplicada a la producción agrícola, que fortalece la agricultura urbana y mejora la nutrición (e.g., wezel et al. 2009), en donde las estrategias agroecológicas son la base de la agricultura que realizan cientos de familias, de manera alternativa frente al modelo industrial. en este caso, la agricultura urbana familiar, que incluye el cultivo de plantas y la cría de animales en, y alrededor de las ciudades (fao, 2014), es una alternativa sostenible para mejorar la alimentación en comunidades de más de 2,000 habitantes.
con este antecedente, fue en 2020 y 2021 que promovimos estrategias para transitar a sistemas agroalimentarios sostenibles, e impulsamos la acción colectiva para aprovechar traspatios, solares, jardines, azoteas, andadores, etc., para la producción de frutas y verduras frescas bajo principios agroecológicos. esto contribuyó al autoabasto y a la nutrición de las familias al mismo tiempo que reorganizamos intercambios de alimentos y otros productos. este proceso ha revalorado la producción casera de alimentos, sensibilizando a urbanistas y autoridades para actuar en emergencias alimentarias. además, instamos a eliminar alimentos dañinos de las dietas ante futuras pandemias. la producción urbana de alimentos ha crecido en las últimas dos décadas y seguirá creciendo, pues el acceso a alimentos locales es una estrategia de resistencia en tiempos de crisis.
Los huertos en casa: agricultura del pasado, para el futuro
La producción de alimentos en traspatios, es un acontecimiento cultural mesoamericano. en medio de la pandemia, la actividad buscó aliviar el miedo y, de paso, cambiar la forma en que entendemos la vida. Hoy esta práctica, trae diferentes beneficios y resultados: mejora alimentaria, incremento a la salud física y mental, promueve el respeto por la naturaleza y representa un ahorro familiar al disminuir costos en la compra de hortalizas y verduras.
Cultivar nuestros propios alimentos en zonas urbanas, es una oportunidad de pensar la vida y la muerte; es decir, cultivar nuestra comida, nos hace más sensibles y conscientes sobre la gente que produce alimentos en el campo; además sobre el cuidado de la biodiversidad. Dedicarnos al cultivo de alimentos en casa nos dio la posibilidad de consumir y elevar la calidad de los alimentos frescos y nutritivos: es importante consumir por lo menos 3 raciones de frutas al día y 2 de verduras de distintos colores, consumir tanto alimentos frescos (verduras y frutas), como productos secos (frutos y semillas). la combinación resultante de estos alimentos suministra las vitaminas y minerales necesarios por persona, conformando una nutrición completa y balanceada.
Ahora en nuestros hogares realizamos actividades productivas y recreativas, que giran en torno al huerto, reutilizamos en gran medida recursos que se encuentran en casa. Siendo éste un proceso socialmente activante y autodidacta, en la que todos los miembros de una familia se interrelacionan asumiendo roles diversificados ante una necesidad común de subsistencia. Esto ayudó a explorar los vínculos entre el huerto y la salud humana, demostrando que la forma en que practicamos agricultura urbana, fortalece e incrementa nuestras defensas de manera natural, prevé problemas de alimentación y sanidad.
en coyuca de benítez más del 50% de las familias rurales y urbanas producimos comida en solares o traspatios de 10 hasta 100 m², terrenos utilizados para la cría de animales y siembra de polifacéticos vegetales: maíces, frijoles, calabazas, chiles silvestres con distintas formas, aromas y pungencia, variantes de jitomates y tomates de cáscara, algunos quelites aprovechados temporalmente y otros que están presentes todo el año. es muy común que también extraigamos productos de origen animal como la manteca, leche, huevo, crema, queso, carne de gallina, de cerdo y de cabra en su deleite mixtura. así como el uso cotidiano de hierbas de olor (cilantro, ajo, epazote, menta, comino, albahaca, hoja santa, orégano) verdaderas farmacias vivas que recuperan muchas variantes culinarias tradicionales.
mercado local: nicho de intercambios y trueques
en plena crisis sanitaria, el trueque resurgió. siendo la pérdida de empleo y el colapso económico unas de las principales causas para que las personas optarán por intercambiar productos y servicios, en un intento por evitar el uso del dinero y sobrevivir la pandemia. en coyuca de benítez, antes de la pandemia, el trueque se realizaba en ocasiones, con excedentes de cosechas o artículos sobrantes de los hogares. la economía se paralizó y, en consecuencia, no tener dinero para adquirir bienes y servicios deseados hizo que mucha gente volviera al trueque, más que para deshacerse de cosas, como una alternativa real.
Este sistema sostiene la economía de diversos comerciantes actualmente, pues a causa de las bajas ventas y problemas económicos que trajo consigo el Covid-19, ellos prefieren intercambiar sus productos y evitar pérdidas, por eso ha trascendido como sostén del mercado y comercio local. A pesar de la producción local existente, el inminente cierre temporal de mercados, mermó las ventas y propició la reorganización de los intercambios o trueques de alimentos y de otros productos, esto reanimó los circuitos económicos solidarios (CES), además brindó la posibilidad de mejorar la viabilidad económica y alimentaria, como hoy se hace de comunidad a comunidad, y de comunidad a colonias y barrios en la cabecera municipal.
De igual manera, se establecieron ventas directas de productor a consumidor, una relación de confianza edificada desde años, que en plena pandemia tomó mayor relevancia: “consumo local y adquisición de productos sanos y nutritivos”. Hoy, las actividades del Tianguis Campesino Agroecológico (TCA)—un espacio de venta e intercambio que existe desde 2009—se intensifican, demostrando a las autoridades la persistencia de la producción local y el aumento del consumo urbano. Esta estrategia de mercado local, que vincula lo rural con lo urbano, es un comercio solidario basado en la venta directa o trueque de productos frescos sin intermediarios, fortaleciendo sistemas agroalimentarios locales, dicha agricultura está fundada en circuitos cortos y descentralizados que escapan al control directo del capital (Van der Ploeg, 2010).
autotransformación urbana alimentaria
en resumen, es imperativo que nosotros, como habitantes urbanos, tomemos la iniciativa de mejorar nuestra salud y alimentación. podemos hacerlo optando por el consumo de alimentos tradicionales, apoyando a los mercados locales, tianguis campesinos, ecotiendas, e impulsando intercambios entre comunidades y colonias, barrios. este movimiento ya está en marcha, pero debemos esforzarnos por expandir estos círculos de confianza y de intercambio de semillas, alimentos frescos y otros productos.
la agroecología urbana, práctica que ya está siendo implementada en acapulco de juárez y atoyac de álvarez es otro camino prometedor. con la producción de hortalizas en macetas, traspatios, y azoteas, y el uso de los residuos de la cocina y de jardín para hacer compost, y nutrir los cultivos. las personas están retomando el control sobre su alimentación; sus siembras las hacen con semillas de la zona que intercambian con vecinos y familiares.
en coyuca de benítez, cultivar, intercambiar y truequear alimentos no es solo un acto ecológico, sino también político. si millones de nosotros adaptamos estas acciones desde diferentes rincones y nos organizamos para trazar nuestro propio horizonte, seremos parte de un ‘contagio masivo’ de cambio y autotransformación. esta es una realidad al alcance de nuestra mano, y es a través de estas acciones pequeñas cómo podremos transformar nuestro mundo. no es una tarea tan complicada como se podría pensar.
Bibliografía citada
FAO. (2014). “Ciudades más verdes en América Latina y el Caribe. Un informe de la FAO sobre la agricultura urbana y periurbana en la región” Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Van der Ploeg, J. (2010). Nuevos campesinos. Campesinos e Imperios Alimentarios. Barcelona: Icaria Editorial, p.430.
Wezel, Alexander, Stephane Bellon, Benoit T. Doré, et al. (2009). Agroecology as a science, a movement or a practice. A review. Agronomy for Sustainable Development.